El (Los) sur : campos de lo imaginario. Mi Norte es el Sur
Le(s) Sud(s) : champs de l'imaginaire.
Le Sud c'est notre Nord
Mabel Franzone, Alejandro Ruidrejo (dir.)
M@gm@ vol.8 n.3 Septembre-Décembre 2010
ESPACIO HERIDO, TIEMPO ACELERADO, IMAGINARIO CONMOVIDO. INTERROGANTES SOBRE LA POSTMODERNIDAD DEL SUR
Mabel Franzone
mabel.franzone@gmail.com
Chercheuse Ministère de la Culture
de Salta- Argentine- Membre du Conseil Assesseur du Ministère
d’Education de Salta-Argentine. Membre de l’Institut d’Etudes
Philosophiques de Salta (CEFISA). Doctorat de Lettres- La
Sorbonne Nouvelle-Paris III- Doctorante en Sociologie sous
la direction de Michel Maffesoli. La Sorbonne- Paris V. Membre
du CEAQ (Paris V)- Membre du CRICCAL (Paris III). Chercheuse
indépendante.
Dedicado a Gaïa, Madre Tierra, nuestra Pachamama y a los pueblos que la veneran como un ser viviente.
En este escrito prima una cuestión espacial.
Una cuestión de nuestro espacio del Sur. Espacio y tiempo
aparecen siempre ligados entre sí, pero también el espacio
guarda una estrecha relación con lo imaginario ; recordemos
la premisa de Gilbert Durand : « l’espace, forme a priori
du fantastique » [1]. El
Espacio es la forma a priori de todo proceso de la imaginación
y de la formación de imágenes « sólo hay intuición de imágenes
en el seno del espacio, lugar privilegiado de nuestra imaginación
» (Durand, 1984 : 472-473), elevando de la suerte la categoría
espacial como primera, antes de la temporal. Y en efecto,
el mito y el símbolo escapan a toda concepción de tiempo,
ubicándose en un illud tempus o tiempo fijo y eterno, pero
dentro de un continuum geográfico, en el que se pasa de un
clima a otro, de una altura a otra. Se trata de un pluralismo
infinitamente rico en el que cada regionalización aparece
como individuación, cada región como una persona y donde la
geografía resbala hacia la biografía, de un pueblo o de un
individuo. Lo Imaginario no es pues un pensamiento o una abstracción,
sino una manera de aprehensión de lo real, cuyas raíces están
en el medio que nos rodea y en nuestra propia biología. Al
mismo tiempo, el arraigo ontológico de todo pensamiento, tendrá
sus raíces en ese imaginario. En el racionalismo moderno la
perspectiva temporal que estudia la historia, comporta una
irreversible oposición entre un « antes » y un « después »,
permitiendo solamente un viaje de ida, pues para ella el tiempo
es irreversible [2] y la
flecha del tiempo nos lleva a un « progreso ». Lo cierto es
que ese progreso nos ha conducido a la brutal modificación
del espacio del (los) Sur. Las fronteras y límites se siguen
levantando - y creemos- deben tener una gran incidencia en
el (los) imaginarios ; es lo que nos ha llevado hacia una
serie de investigaciones, preguntas y reflexiones que ponemos
a consideración del lector.
De la Cruz del Sur, al Sur
Para nosotros, latinoamericanos, el Sur siempre fue el Norte.
Nuestra estrella referente es la Cruz del Sur. Buscar el Norte
o « nortear » proviene del vocabulario náutico, siendo su
uso de antigua data. Ya los marinos españoles de comienzos
del siglo XVII significaban con él fijar el rumbo en dirección
a la Estrella Polar o hacerlo teniendo en cuenta la aguja
imantada. Por cierto que si la brújula señala el Norte, necesariamente
y al mismo tiempo que señala el Sur, es porque se coloca en
la posición del meridiano magnético y sabemos que los polos
magnéticos son dos masas iguales aun cuando de signo contrario.
Lo que no se entiende bien es porqué se generó solamente el
verbo « nortear », siendo que en el hemisferio austral brilla
la Cruz del Sur [3]. Tal
vez deberíamos ya incorporar el verbo « surear », verbo propuesto
por Horacio Cerutti en su libro Filosofar de Nuestra América
(2000), en el que se aconseja conjugarlo con el mismo espíritu,
ya que, desde el siglo XVII la categoría « Norte » era a la
vez geográfica e ideológica, pues incluía apreciaciones y
estimaciones culturales.
Para nuestros pueblos originarios esta amada Cruz del Sur
descendía sobre los hombres para indicarles los puntos fundamentales
que irían a determinar la arquitectura de las ciudades, los
tiempos de siembra y cosecha, la ruta de los viajeros, la
salud del cuerpo y del alma. La Chacana o Cruz del Sur seguirá
siendo astronómicamente y simbólicamente la Estrella más importante
para el hemisferio Sur ; fue « dibujada », siguiendo las estrellas,
como una cruz de cuatro ramas escalonada y « bajada » del
Cielo, por medio de los « espejos de agua » o espejos astronómicos.
Las viejas culturas reproducían el Cielo en la Tierra, pues
lo que está arriba, está abajo. Así lo indica la Tradición,
no sólo en América Latina, sino también en el mundo entero.
Se produce una expansión del espacio por una expansión de
lo sagrado y es en esta expansión que el hombre adquiere un
conocimiento ligado al medio donde vive. He aquí un principio
no lineal, de sincronicidad, que ejemplifica la unión del
hombre y el universo. Los versos del gran poeta Pablo Neruda
ilustran la devoción latinoamericana por la constelación de
la Cruz del Sur, al mismo tiempo que expresan la sincronicidad
vivida en cuerpo de hombre, en alma de poeta.
"Oh Cruz del Sur, oh trébol de fósforo fragante,
con cuatro besos hoy penetro tu hermosura (...) luciérnaga
a la unidad del cielo condenada, descansa en mí, cerremos
tus ojos y los míos. Por un minuto, duerme con la noche de
los hombres.
Enciende en mí tus cuatro números constelados (...)" [4]
La poesía fue y es el vehículo de expresión de algo antiguo
como el universo : la contemplación y el estudio de la naturaleza,
que no sólo es un signo de respeto hacia Gaia y Ouranos sino
que deviene también un ejercicio espiritual, ayudándonos para
nuestro propio progreso. La « viscosidad » [5]
del tema del poema sugiere una unión insoslayable de todos
los elementos de nuestra tierra, ya sean éstos animados o
inanimados. Sugiere la trama espesa que reúne y une todo el
universo, una interdependencia, una filiación, un tejido «
viscoso » e invisible.
Norte-Sur
La sincronicidad es un componente del conocimiento autóctono,
como la sacralización del espacio (tierra-cuerpo) es una realidad.
Y sin embargo durante más de cinco siglos el conocimiento
« oficial » ha desterrado esta vía, produciendo innumerables
injusticias, ignorando las necesidades y voluntades de los
pueblos, ayudados por prácticas sociales locales que responden
a otro imperialismo, al del Norte y al de las élites del Sur.
Pero, por qué hablamos hoy de la división Norte-Sur ? Tal
vez la globalización y aun más después de lo sucedido con
las torres gemelas, ha exacerbado la representación de los
límites, teniendo en cuenta las poderosas megamáquinas económicas
de destrucción del planeta, obrando por la recuperación brutal
de los recursos naturales del Sur. Lo que ha llevado también
al olvido del alma humana y del alma de la tierra. Todo lo
que se trae a escena está ya en « el aire del tiempo », muchas
reflexiones y estudios se están publicando sobre esta profunda
división. Recordemos que el conflicto bélico Inglaterra-Argentina
por las Islas Malvinas, fue el primer conflicto bélico moderno
Norte-Sur [6]. Así considerado
porque el hemisferio Norte apoyó sin ambajes los intereses
de la corona inglesa. Desde esa fecha la expresión Norte-
Sur, ya como conflicto de intereses, comenzó a expandirse
( aunque sea una expresión que tiene más de cincuenta años).
Pero la frontera también corresponde a maneras de representación
diferentes, que en última instancia están acompañadas de diferentes
visiones del mundo y del hombre. Esta frontera no es nueva,
se ha marcado desde la « llegada » de los portugueses, españoles,
holandeses e ingleses a Nuestra América.
Mas allá de los límites, el mito del Sur
Lo que no se encuentra en tierra propia, forzosamente debe
existir en otro lado. Sueños y ensueños europeos van a alimentar
un sistema de mitos y de mitologías que servirán a cumplir
el objetivo más grande que se impuso el Viejo Continente,
descubrir y dominar. Cumpliendo paso a paso las instancias
de dominación, presencia física, explotación, esclavitud,
evangelización, colonización, retiro y dominación por el pensamiento,
llegamos al punto siempre de actualidad : el Sur debe hacer
vivir el Norte. Desde los viajes de exploración de la Edad
Media y el Renacimiento esta « premisa » se viene cumpliendo.
A fines de la Edad Media, los europeos conocían sólo una pequeña
parte del mundo, y la cosmografía de los geógrafos cristianos
se esforzaba en reconciliar la geografía con la Biblia. En
el siglo XV, Asia comienza a fascinar a los europeos, quienes,
si bien comenzaban a conocer el Oriente, no sabían dónde terminaba
ni lo que comprendía. Aparecían en los mapas maravillosos
reinos y civilizaciones incomparables. En algun lugar de Asia
debía encontrarse el Paraíso, en general se lo emplazaba en
las Antípodas, al Sur. Al Norte de ese Oriente se habían fijado
los dominios de Gog y Magog, reinos del Anticristo, poblados
por las tribus perdidas de Israel. En Asia Central se ubicaba
el misterioso reino del preste Juan. Los dos extremos del
Bien y del Mal cobraban presencia en las tierras del Sur y
cuando tuvo comienzo la mundialización [7],
precedida por algunos descubrimientos atlánticos del siglo
XV, las « conquistas » fueron de la mano del Mito [8].
Lo mismo sucedió con las Américas : las Antillas fueron identificadas
con las Hespérides y entre éstas y el Brasil había un lugar
llamado Lamansatanaxio cuyo significado es « la mano del diablo
». El reino de las Amazonas fue ubicado en Brasil, de ahí
el nombre del gran río y la Isla de las Siete Ciudades aparecía
en 1492 en el Globo de Martin Benhaim, ubicada entre las Azores
y el Japón. Se reunía con este nombre la tradición clásica
con una leyenda hispano-portuguesa : la de los siete obispos
que huyeron en el 734 de la invasión árabe y encontraron una
isla en medio del océano, donde fundaron una nueva ciudad,
Cibola. Colmada de riquezas, la gente vivía allí en paz y
muy cristianamente. A menudo Cibola fue confundida con Antilla.
En México, Cabeza de Vaca estuvo a punto de confirmar su existencia
; fue buscada sin suceso por fray Juan de Olmedo (1535) y
fray Marcos Niza afirmó haberlas encontrado en el actual Nuevo
México (Rojas Mix, 1992 : 16).
« Brasil » fue otro de los nombres míticos que pasó a la geografía
real. Escrito con una ortografía renovada : Brasil, Brexil,
Bersil, Bracir, Braisal, Hi-breasil, se encontraba en muchos
portulanos medievales. Los irlandeses hablaban también de
Imrama, refiriéndose a una isla frecuentada por los pescadores
y en la cual abundaba el « palo de Brasil ». La raiz gaélica
del nombre sería « isla feliz » o « gran isla ». El viaje
de Caboto en 1497 estaría asociado con esta isla. Los portugueses
también parten a su búsqueda y cuando Cabral en 1500, encuentra
tierras, las denomina « Terra Sanctae Crucis o Brasil » nombre
confirmado por haberse encontrado en ella el palo de tinte
(Rojas Mix, 1992 : 17).
Bienestar, riquezas, felicidad, promesas de las profecias
; infiernos y reinos malditos, el Sur siempre encarnó los
ensueños europeos. Hasta que con la mundialización se desarrollan
y concretan aquellos de expansión y dominio, con una intención
de evangelización como carátula, pero en el fondo con un vasto
programa de colonización y de explotación de riquezas, unido
a la reducción en esclavitud de sus habitantes. Lo cierto
es que comenzó todo por los mitos, esa estructura que busca
equlibrar al hombre en la realidad, proporcionándole una capa
de protección, de integración, lugar imaginario donde encuentra
una garantía a su existencia, constantemente amenazada por
la inseguridad, el sufrimiento y la muerte [9].
Sin embargo la estructura del mito tiene algo de sublime y
de perfección que cada cultura ha expresado. El europeo no
sólo no tuvo en cuenta los mitos originados en cada tierra
y en cada pueblo, sino que asesinó millones de gentes para
imponer los suyos propios en aras de un enorme beneficio para
ellos mismos. Esta imposición, esta hegemonía, fue alcanzando
todos los niveles de la acción y del discurso, cimentando
la teoría del conocimiento que se utilizaría para legitimar
el dominio, instrumentando una dominación de lo imaginario.
El punto culminante llega con la hiperglobalización del siglo
XX ; el Norte consideró que para ellos y su explotación, no
hay fronteras, éstas existen sólo para los del Sur. Lo que
ha suscitado teorías y pensamientos basados en una crítica
a la Modernidad. Hoy, más que nunca hemos tomado conciencia
de las fronteras de la representación.
Los límites de la representación
Queremos en este punto trabajar con un autor de origen portugués,
Boaventura de Sousa Santos, cuyo libro Una Epistemología del
Sur, nos proporciona elementos desde un original punto de
vista, no analizando las grandes teorías, sino más bien desde
una trama de miradas, orientaciones y actitudes que sirve
para mostrar la instrumentalización de procedimientos de las
diferentes ciencias modernas, las que siempre tienden a ejercitar
la misma orientación epistemológica de la Modernidad eurocentrista
o del Norte. Su gran virtud es la de encontrar semejanzas
sistémicas pertinentes entre el arte, la arqueología, la sociología
y otras, para de allí saltar fácilmente y comprensiblemente
a la economía. Lo que, de cierta manera, traduce la forma
de pensamiento creativo latinoamericano, que se apoya sobre
una trama mediana y mucho más pragmática para instrumentar
la Crítica [10].
Se trata de, en el primer punto, analizar los límites de la
representación en un sentido teórico-epistemológico, para
determinar la validez de los parámetros que han guiado la
ciencia moderna y occidental, de la cual, nuestras clases
dominantes son un fiel reflejo. Boaventura de Sousa Santos
[11] analiza cuatro límites
: el de la relevancia y de los grados de la relevancia ; la
determinación de la identificación ; la imposibilidad de la
duración ; la determinación de la interpretación y de la evaluación.
Conforman éstos límites lo que el autor considera « una epistemología
de la ceguera ». Nos referiremos a ellos de manera sucinta.
Qué es relevante ? La cuestión de la relevancia consiste en
que la relevancia de un objeto dado de análisis, no reside
en el objeto en sí, sino en los objetivos del análisis. Es
decir no en donde se busca sino en lo que se quiere encontrar.
Cuando se discute de los objetivos no hay concordancia acerca
de los objetos. Negando u ocultando la jerarquía de la relevancia
de los objetivos, la ciencia moderna establece la jerarquía
de la relevancia de los objetos. Y esta relevancia establecida
es sociológica o tal vez, el producto de un fiat de economía
política disfrazado de evidencia epistemológica. La invisibilidad
del disfraz se basa en la credibilidad de la distorsión y
viceversa. Objetivos diferentes significan intereses diferentes
y también el privilegiar ciertas escalas de análisis. Así
las transnacionales prefieren la perspectiva del conflicto
en pequeña escala porque con esa escala operan en el mundo.
Juntamente con las instituciones financieras multilaterales,
ellas son los actores en pequeña escala, cubriendo vastas
regiones del globo y reduciendo drásticamente la cantidad
de pormenores o contrastes como condición de eficacia operativa.
La economía convencional tiende también a favorecer la visión
del conflicto en pequeña escala. De Sousa Santos nos dice
que el análisis y la representación a gran escala favorecen
redes de acciones tácticas edificantes, redes de acciones
instrumentales que tienden a ser defensivas y a regular situaciones
de rutina, mientras que la pequeña escala es agresiva y tiende
a regular situaciones críticas excepcionales, provocadas por
macroluchas (De Sousa Santos, 2009 : 68-69). Así las grandes
compañías mineras que explotan la Cordillera de los Andes,
ante cualquier protesta de orden ambiental, gran problema
de fondo, se esconden en la contingencia de la falta de trabajo
para los autóctonos, queriendo introducir una visión de las
compañías mineras como empresas benéficas para la humanidad.
Mientras tanto el medio ambiente se encuentra completamente
envenenado por el mercurio, el cianuro y el arsénico (aparte
de la inmensa cantidad de agua que requieren por dia) y los
pobladores del lugar ven desaparecer las mágicas montañas,
verdaderos puntos míticos vivientes, referencia a los dioses,
imágenes de estabilidad. La tasa de mortalidad por enfermedades
como el cáncer o las patologías por envenenamiento, aumentan
día a día, mientras las autoridades siguen otorgando concesiones
millonarias, a cambio de la destrucción total y de la muerte
de los obreros y de sus familias.
Una vez establecida la relevancia, la pregunta pertinente
es qué tanto de relevante ? En la Modernidad Occidental y
en la ciencia moderna, los grados de relevancia son establecidos
por otro procedimiento que opera como las escalas : la perspectiva.
Leon Battista Alberti ( De Sousa Santos, Ibídem) en su obra
De Pictura, de 1435, compara un cuadro a una ventana abierta
« un cuadro debería parecer un vidrio transparente a través
del cual pudiésemos observar un espacio imaginario extendiéndose
en profundidad. » [12]
Gilman, citado por Boaventura de Sousa Santos, dirá que entre
el XV y el XVI la perspectiva tiene origen en una certeza,
la que otorga también expresión acerca del lugar del hombre
en el mundo y de su capacidad para entender ese mundo (Gilman,
1978 : 29, in ibídem). El sistema de proporciones entre los
objetos a ser pintados y sus imágenes y entre la distancia
de la mirada del observador y del cuadro , crea un mundo inteligible,
organizado a la medida del punto de vista del observador.
La credibilidad de este arte « ilusionista » reside en la
precisión matemática del punto de vista del individuo. Sin
embargo acarrea un costo muy elevado : la inmovilidad absoluta
de la mirada. La ilusión es real a condición de que el cuadro
sea observado desde un punto de vista determinado y rígidamente
fijo (De Sousa Santos, 2009 : 70). Mediante la perspectiva,
los grados y las proporciones de la relevancia científica
pueden establecerse. Pero para el arte, el pintor concibe
el espectador como « su otro radical ». Al contrario, el científico
moderno se ve a sí mismo como el espectador ideal ; se coloca
en el centro mismo del punto de vista privilegiado para observar
la realidad, que se revela entera a su mirada. Y así, la ilusión
de la realidad pasa a ser la realidad misma. El científico
cree mucho más en esa realidad de lo que puede creer un pintor
de la realidad ilusoria que está proporcionando con su obra.
El artista, que deja afuera el espectador, distingue entre
la mirada de quien ve, el espectador significativo y el mecenas.
El científico no fue capaz de hacer esa distinción, dado que
tanto el espectador ideal como el espectador significativo
se identificaron con sí mismo. Imposibilitó ésto la pregunta
¿para quién el científico, como creador, trabaja ? Las consecuencias
negativas son de talla cuando pensamos en la conversión de
la ciencia en una fuerza productiva. Entre todas las ciencias
sociales, la economía convencional fue aquella en que la elección
entre espectadores significativos alternativos quedó reducida
a un único espectador : el empresario capitalista. Y cuando
más aumentaba el impacto del trabajo científico, más aumentaba
la invisibilidad de la realidad real en beneficio de la realidad
ilusoria del empresario. Al punto que la realidad del empresario
es tomada como la única y verdadera realidad. Sus preferencias
y limitaciones se transformaron en privilegios epistemológicos,
ungidos en verdad.
Como identificar lo que es relevante ? Esta pregunta es la
que se impone para la determinación de la identificación,
ya que una vez establecidos los niveles de observación y de
análisis es necesario identificar los fenómenos relevantes.
La identificación tiene dos pasos principales : detección
y reconocimiento. La detección se refiere a la definición
de los trazos o las características de un fenómeno dado. El
reconocimiento consiste en la definición de los parámetros
según los cuales los fenómenos detectados serán clasificados
como elementos distintos de un sistema de explicación o de
interpretación. El procedimiento subyacente tanto a la detección
como al reconocimiento es la resolución.
La resolución se refiere a la calidad y pormenores de la identificación
de un fenómeno dado, ya sea un comportamiento social o una
imagen. La resolución es central tanto para la fotografía
como para la tecnología de detección remota y también para
la arqueología. En fotografía la resolución o poder de resolución
es la capacidad de proyectar en imagen el pormenor espacial.
En las tecnologías de detección remota y si hablamos de detección
espacial, es la medida del más pequeño de los objetos o área
en el suelo que pueda ser resuelta por el sensor representado
en cada pixel. Cuanto más fina es la resolución, menor es
la medida. En arqueología la resolución se define por la homogeneidad
de los eventos y los comportamientos, así como a su relación
con el registro arqueológico. La resolución puede ser de grado
grosero o de grado fino (De Sousa Santos, 2009 : 72-73).
Para De Sousa Santos tanto la resolución como la escala y
la perspectiva, son conceptos esenciales para la ciencia moderna
y funcionan en dos diferentes niveles : de la metodología
y de la teoría. Los dos están presentes en la identificación
científica de los objetos a analizar, pero los métodos predominan
en el proceso de detección y las teorías en el proceso de
reconocimiento. La calidad de la investigación científica
es pues, determinada por un sistema de resolución que comprende
dos componentes : los métodos y las teorías. Pero el desarrollo
de métodos superó con anchura al de las teorías. Y aunque
se vuelva a los fundadores (Comte, Marx, Durkheim, Weber,
Simmel) en busca de orientación teórica, los métodos de investigación
y las técnicas recogidas de datos que usamos actualmente son
mucho más sofisticados que aquellos que estaban disponibles
en el siglo XIX. Es decir que el grado de resolución de nuestros
métodos es más elevado que el grado de resolución de nuestras
teorías y por consiguiente, la calidad de detección científica
tiende a ser de grano fino en tanto que la calidad del reconocimiento
científico tiende a ser de grano grosero. Esta diferencia
se detecta más en la economía convencional y es justamente
en ella donde más ha sido negada. Cuando el grado de resolución
de la identificación ha sido determinado por la teoría, o
sea por el componente de mas débil resolución, este tipo de
economía funciona e interviene en la vida social con un modo
de grano grosero, pero consigue legitimar su funcionamiento
y su intervención como si tuviese una calidad de resolución
de grano fino (De Sousa Santos, 2009 : 73).
La imposibilidad de la duración : el tiempo
Una vez determinada la relevancia y la identificación del
objeto es necesario determinar su localización temporal. Pero
como todos los objetos existen dentro de su espacio-tiempo,
ni la relevancia ni la identificación pueden ser debidamente
determinadas si antes no han sido determinados esos espacios-tiempo
(De Sousa Santos, 2009 : 75). Para superar esta dificultad
la ciencia moderna ha procurado neutralizar las diferencias,
hipostasiando el encuadramiento más ilusorio : el hic et nunc,
el aquí y el ahora, la presencia y la simultaneidad. Mediante
la perspectiva, la simultaneidad es alcanzada científicamente,
ya que una vez inmovilizada la persona que ve, por la lógica
del sistema, el espacio surge perfectamente unificado. Dicha
simultaneidad exige también la sincronización de aquello que
es representado : al captar la obra pictórica espacialmente
como una unidad, partimos también del principio de que los
eventos pintados son simultáneos [13].
El nivelamiento de tiempos diferentes es pues la condición
de confianza análitica. Se considera así que la contemporaneidad
de un evento o comportamiento se distribuye de modo igual
entre todos los participantes en una intervención simultánea.
De Sousa Santos llama a esto la falacia de la contemporaneidad.
Nos da un excelente ejemplo : Cuando los funcionarios del
Banco Mundial se entrevistan con campesinos africanos, se
parte del principio de que la contemporaneidad de los participantes
es única y está generada por la simultaneidad del encuentro.
Y sin embargo, la realidad de los campesinos es vista por
ellos mismos como un pasado-presente ; y por el Banco Mundial
como un presente-pasado. A pesar de la importancia crucial
de esta diferencia, pierde nitidez y deja de ser considerada,
prevaleciendo una falsa homogeneidad temporal (De Sousa Santos,
2009 : 75-76).
De todas las ciencias sociales la economía convencional en
cuanto a la determinación de la relevancia y de la identificación,
es la más predispuesta a navegar en la falacia de la contemporaneidad.
Comenzando por la relevancia y privilegiando el análisis en
pequeña escala, da como resultado una drástica compresión
del tiempo, la duración deja de ser captada y lo residual
se torna indistinto de las cualidades emergentes. El uso de
la perspectiva en la economía, que inmoviliza la mirada, el
espectador y el espacio, impide la identificación de duraciones,
ritmos y secuencias. Como ya dijimos, la característica de
la economía convencional es la apropiación monopolística del
espectador significativo por el empresario capitalista. La
consecuente intensificación dramática del « otro » significativo,
que se pretende hacer pasar por el « yo », tiene dos consecuencias
principales, la hiperespacialización del tiempo pasado y las
intervenciones de alta velocidad (De Sousa Santos, 2009 :
77).
La hiperespacialización del tiempo pasado implica la representación
distorsionada, en tanto que las intervenciones de alta velocidad,
como los carretes de películas de alta velocidad, exigen muy
poca exposición y pueden operar en cualquier situación, pero
también, teniendo un grado de resolución muy bajo, son intervenciones
de grano grosero. Tanto la velocidad como la resolución grosera
tornan esas intervenciones en altamente intrusivas, altamente
falibles y altamente destructivas. Las Evaluaciones Rurales
Rápidas (Rapid Rural Appraisals), hechas por el Banco Mundial
en el tercer mundo constituyen un buen ejemplo de intervenciones
de alta velocidad. Este tipo de intervenciones simbolizan
el lado destructivo de la investigación científica. José Sanchez
Parga nos dice que « la « production destructive » (Schumpeter)
du nouvel ordre global dans le monde « concentre et accumule
» à la fois richesse et sécurité dans les pays développés
du Nord, mais simultanément et avec la même violence, elle
génère, avec l’exclusion et l’inéquité, les insécurités les
plus profondes, généralisées et diffuses dans les pays sous-développés
du Sud » [14]. Esta producción
destructiva es la mayor capacidad del capitalismo y a la vez
lo que constituye una ruptura epistemológica en el sentido
de que hay un corte radical con los conocimientos más antiguos,
que esta ciencia moderna juzga inadecuados, inoperantes. Asumiendo
este quiebre epistemológico, la ciencia moderna se reveló
ser una gran productora de basura, lo que lleva a De Sousa
Santos a hablar de una epistemología de la basura en concordancia
con una economía política simbólica de producción de residuos
(De Sousa Santos, 2009 : 78). Nosotros queremos agregar que
no solamente se produce basura que envenena sino que se producen
vacíos espaciales que nunca se volverán a llenar, o que al
menos los que estamos hoy vivos sobre este planeta, no volveremos
a ver llenos. La consecuencia es la creación de grandes desiertos,
de ríos secos, de montañas « invertidas » por las compañías
mineras. De Sousa Santos también se pregunta sobre la legitimidad
de las excavaciones arqueológicas, ya que si bien pueden ayudar
a comprender las capacidades de adaptación y el estudio de
comportamientos, la acción arqueológica destruye para siempre
la estación arqueológica, porque una vez retirados los objetos
reunidos no se pueden volver a colocar allí. El dilema consiste
en que un eventual avance del conocimiento acarrea necesariamente
una destrucciôn definitiva e irreversible, dilema que subyace
entre los arqueolôgos, habiendo dado lugar a ciertas estrategias
para evitarlo (De Sousa Santos, 2009 : Ibídem).
Pero este dilema no fue nunca reconocido en la economía convencional,
aunque esté dramáticamente presente en la mayoría de las intervenciones
científicas, en especial en aquellas de alta velocidad. La
ceguera frente a este dilema aumenta la posibilidad de que
la « producción destructiva » se convierta en una « destrucción
destructiva » (De Sousa Santos, 79).
La determinación de la interpretación y la evaluación
El ultimo límite de la representación se refiere a la interpretación
y la evaluación. Ellas determinan cómo los objetos de investigación
se integran en los contextos más amplios de la política y
la cultura en que ocurren las transformaciones sociales garantizadas
por la ciencia. Tal integración es posibilitada por el establecimiento
de hilos o lazos de comunicación entre la acción social y
los patrones de formación política y cultural. La arqueología
denomina estos hilos asignatura, describiendo el hilo de comunicación
del comportamiento, por un lado, y los diferentes patrones
de formación de residuos. Asignatura, en efecto, tiene un
potencial heurístico que sobrepasa la arqueología, ya que
se refiere a la autoría, la inteligibilidad y los objetivos
de comportamiento. Esto quiere decir que la interpretación
y la evaluación dependen del conocimiento de los agentes en
cuestión (autoría), de las prácticas de su conocimiento (inteligibilidad)
y de sus proyectos (objetivos) (De Sousa Santos, 2009 : 80).
Los límites de la representación ya tratados convergen para
tornar extremadamente deficiente la asignatura de la realidad
en las ciencias sociales en general y en la economía convencional
en especial. En lo que se refiere a los agentes, cuanto menor
es la escala de análisis, mayor el énfasis en la orientación
y el movimiento. La representación de los agentes tiende a
privilegiar a los que se mueven y necesitan orientación, o
sea a lo que De Sousa Santos llama, cuerpos dóciles. Cuanto
menor la escala, mayor la docilidad de los cuerpos. La perspectiva
de un solo punto acentua este efecto ; la inmovilidad de la
mirada del espectador, particularmente notoria en la economía
convencional, sólo puede garantizar la ilusión de la realidad
en la medida en que sean estrictamente mantenidas las proporciones
matemáticas. Los cuerpos representados tienen que ser mantenidos
en jaulas, sean de hierro, sean de caucho. Fuera de las jaulas,
no hay agentes, sean amigos o enemigos. Los cuerpos dóciles
y los cuerpos extraños son las únicas dos categorías de agentes-
una resolución de la acción social que difícilmente podría
ser considerada de grado fino (De Sousa Santos, 2009 : ibidem).
El impacto de la perspectiva en la representación de prácticas
de conocimiento crea demasiadas limitaciones. Como dice Gilman,
la inteligibilidad del mundo tornada posible por la perspectiva
renacentista, fue conseguida a un precio demasiado alto :
la inmovilidad de la mirada y los anteojos necesarios a la
creación de una vision única [15].
Esta visión única es lo que mejor caracteriza la ciencia moderna
y su ruptura epistemológica, tanto con el sentido comun, como
con todos los otros conocimientos alternativos. Las prácticas
sociales son prácticas de conocimiento, pero sólo pueden ser
reconocidas como tales en la medida que sean el espejo del
conocimiento científico. Sea cual fuere el conocimiento que
no se adecue a la imagen reflejada en el espejo, es rechazado
como forma de ignorancia. La visión única, lejos de ser un
fenómeno natural es el producto consustancial de la producción
destructiva de la ciencia moderna. Finalmente, el objetivo
de la acción social, o sea, el conjunto de los proyectos de
los agentes, constituye el dominio en que la asignatura científica
de la realidad es más deficiente. Los proyectos son una anticipación
de la realidad por lo tanto implican una distancia de la experiencia
en curso. Tales anticipaciones y distancias encierran una
temporalidad específica, la temporalidad de un puente hecho
de aspiración y deseo entre cursos de acción no contemporáneos.
La falacia de la contemporaneidad transforma ese puente en
un artificio inútil, transformando así la aspiración en conformismo
y el deseo en deseo de conformismo (De Sousa Santos, 2009
: 81).
Agentes que se dejan de lado, cualidades emergentes no tomadas
en cuenta, conocimientos alternativos no reconocidos, tantas
ausencias significativas que requieren de una sociología de
las ausencias (De Sousa Santos : 82), para luchar contra silenciamientos,
epistemicidios y campañas de demonización, trivialización,
marginalización, en suma contra las campañas de producción
de basura. Y esta basura producida no existe solamente en
un terreno teórico, de representaciones, sino en un terreno
más que real. Pensemos en los grandes barcos que recorren
el mundo con deshechos hospitalarios, con basura nuclear,
con aparatos electrónicos en desuso, buscando poder dejarlos
en cualquier país del tercer mundo, cuyos gobernantes corruptos
aceptan y que a su vez pasean de aquí hasta allá, contaminando
el ambiente y la tierra misma. Esa basura que se cuenta por
toneladas y altamente peligrosa, tiene el valor simbólico
que antes tenía la famosa deuda externa de los países del
tercer mundo y que en un dominio religioso posee el pecado
original, es decir algo que arrastramos como las cadenas de
nuestra pena, de nuestra condición de tercermundistas, de
sureños.
Para terminar estos límites de la representación tomados de
De Sousa Santos, agregamos que lo que se propone es comparable
a lo que ha propuesto la Escuela de Grenoble con su crítica
a la Modernidad. La diferencia reside en que dicha Escuela
mueve grandes aparatos del conocimiento, grandes períodos
de la historia, extrayendo constantes, cambios y estructuras
que pasan a ser perfectamente operativos en un análisis del
presente, proporcionando una universalidad global. Pero esta
universalidad global es operativa para nuestro Sur ?
El Sur, límite y frontera
El titulo del último film de Oliver Stone Al Sur de la Frontera,
es por demás decidor. Más allá de la temática del film (un
análisis del gobierno del presidente de Venezuela, Hugo Chávez,
hecho con empatía), es su título el que lleva este « aire
del tiempo », una clara fijación de límites. Al Sur de la
frontera, es decir, más allá de todo, implica un cerco, un
muro establecido y aceptado, como lo es el muro entre Gaza
e Israel. Más allá del muro, la vida clara, la vida donde
todo va bien. Mas acá, los salvajes, la pobreza, los deshechos,
la basura. Como que se hubiese levantado una frontera y todo
lo que está al Sur, quedara fuera del lugar privilegiado,
en donde se debe estar o adonde se debe pertenecer para tener
una vida digna y decorosa. El problema es que los límites
y las fronteras, fijados y producidos por la economía y la
ciencia moderna, son queridos, no sólo por los pocos privilegiados
habitantes de la sociedad de consumo y que los otros, la gran
mayoría- habitantes de la sociedad de la ideología de consumo,
de igual modo compartimos. Somos simplemente, cuerpos débiles
y extraños, encerrados en jaulas de hierro o de caucho.
Lejos de producir lo que el nombre anuncia, una globalización,
una visión de « unión » en algo global, este proceso netamente
económico, actuando con el soporte de la ciencia moderna,
ha dado como resultado la producción de fracturas, de límites,
de muros. El Muro de la pobreza. Una reciente exposición de
fotografías- documentales, realizada en España, rinde cuenta
de la violencia y las fronteras generadas por los altos índices
de pobreza en A. Latina. Titulada « Laberintos de Miradas
» nos muestras imágenes de las divisiones en un mismo territorio.
Una particularmente fue cruda, casi insoportable. Eran fotos
del Perú cuando llega la noche y salen los « otros », habitantes
de Lima, a buscar comida en la basura. Este fenómeno ya se
había visto en Argentina (2001) con la formación de una clase
social aparte, los « cartoneros », es decir, aquellos que
de noche salían a recoger cartones y otras cosas recuperables
de los tachos de basura, para reciclarlos y venderlos. La
hiperproducción de basura dio al mismo tiempo una clase social
relegada, viviendo sólo de noche, con una identidad «borrada
», que merecería una reflexión sobre la « epistemología de
la basura » de la que nos habla De Sousa Santos. Con la aparición
de esta nueva clase de pobres viviendo de deshechos, no sólo
el espacio de trabajo quedo dividido sino también el tiempo.
El tiempo de trabajo de los pobres es la noche, ocultos. El
de los privilegiados es el día, en las oficinas. Nos recuerda
esto, indefectiblemente, los Regímenes de Imágenes, Diurno
y Nocturno, establecidos por Gilbert Durand, en sus Estructuras
Antropológicas de lo Imaginario. Este régimen de nuevas imágenes
es sin duda puramente diurno, pues está marcado por una palabra
que engloba todo : separación. Y separación es « le maître-mot
de la modernité » [16].
Las clases sociales nuevas, emergentes, recientes, expresan
una forma de lazo social fracturado, pues llevado al extremo
por la recomposición estatal causada por la transnacionalización
neoliberal, recomposición que ve reunirse de manera trágica
viejas oligarquías, los bancos, los nuevos ricos por la soja
transgénica (compañías agroalimentarias) o los aliados locales
de las compañías mineras, mafias de todo tipo y origen, desde
los « reyes » de las fuentes de energía, hasta la farmacéutica.
Todos ellos manejan la vida y la muerte de grandes masas de
población en el mundo entero y lo peor, ocupando incongruentemente
altos puestos en los ministerios donde se decide justamente
de la suerte de los recursos naturales. Así vemos propietarios
de grandes extensiones de tierra dedicadas a cultivos transgénicos,
ocupar la cartera de Medio Ambiente, socios de compañías mineras
son gobernadores o jueces o diputados, asegurando el espacio
legal necesario para seguir explotando irracionalmente los
recursos naturales del Sur.
Nos dice Michel Maffesoli « quand une forme de lien social
se sature et qu’une autre (re) naît, cela se fait, toujours,
dans la crainte et le tremblement ». El sociólogo se refiere
a las tribus urbanas, que después de haber sido condenadas
a una conspiración de silencio, se vieron relativizadas, marginalizadas,
invalidadas, denegadas. Asimismo se pregunta si esas tribus
urbanas no serían la expresión de la figura del Bárbaro, figura
que vuelve regularmente para fecundar un cuerpo social ya
cansado [17]. La topografía
social nunca será la misma en Europa que en América Latina,
ciertamente. Sin embargo la figura del bárbaro nos llama la
atención, aunque aquí se denominaría la figura del « salvaje
», aquél que desde los comienzos de los estados, acosó el
imaginario de las « buenas almas cristianas ». Primero eran
los verdaderos « salvajes », los indígenas que lucharon por
sus tierras ante la ocupación europea, quienes una vez exterminados
o enviados a reducciones, fueron reemplazados por la figura
del gaucho, hombre marginal, viviendo sin someterse a las
leyes. El gaucho, hijo de una violación de un europeo a una
mujer indigena, surgió en Argentina, pero en otros países
seguramente encontraremos su equivalente. Una vez que la «
civilización » fue ganando terreno y vidas, las figuras peligrosas
para el establishment fueron los anarquistas, populistas y
otros combatientes de izquierda, porque amenazaban al « ser
nacional » (nos preguntamos qué es el ser nacional) y finalmente
hoy el lugar es ocupado por los pobres de las ciudades, masas
sin identidad, que pululan y crecen, viviendo de la basura
y en la basura. Testigos vivientes y actores sociales de una
tremenda fractura social, son el « muro » que separa lo que
« debe ser » de lo que es. El « Sur » se encuentra en todos
los países, también en los del Norte, pero el « Sur del Sur
» es la expresión mas acabada de las políticas neoliberales
y sus prácticas de empobrecimiento sistemáticas de las sociedades
del Sur.
Según lo que venimos observando, los pueblos del Sur se están
representando el antiguo conflicto-oposición Este-Oeste, en
términos de Norte-Sur. Y nos preguntamos si no es ésta realmente
la tendencia actual en términos de economía y poder. Un ejemplo
lo da el sociólogo francés Jean-Claude Paye cuando advierte
sobre un « futuro mercado transatlántico » cuyos países líderes
serían USA, Alemania e Inglaterra. La finalidad sería acabar
con la Unión Europea, debiitando el euro y llevándola a formar
parte de ese otro gran mercado. La política económica alemana
ya está dirigida a privilegiar otro eje económico liderado
por los Estados Unidos, lo que explicaría la gran arremetida
del FMI con su conocida imposición de congelamiento de salarios
y de reducción de presupuesto, que impuso últimamente en Grecia.
Este mercado transatlántico es la unión del Norte contra el
Sur, la unión de Europa y Estados Unidos en un megamercado
que nos llevará realmente a plantearnos la oposición Norte-Sur
y por ende a razonar en estos términos. Todo cada vez más
rapido y mas grande, el tiempo de un calendario no alcanza
para entender menos para asimilar la velocidad y brutalidad
de los cambios.
Un Tiempo acelerado
Quien maneja el tiempo, maneja la vida de los hombres. Esta
es una de las cuestiones más difíciles de abordar. El límite
que dificulta el camino es el del tiempo y su percepción,
sabiendo que la concepción y percepción del mismo son propias
a cada cultura. Michel Random traza un espectro por demás
inquietante cuando nos dice que « La surmodernité ha producido
un aceleramiento brutal del tiempo. Si bien para pasar de
la Edad de Hierro a la Era Atómica se han necesitado 100.000
años, en menos de 25 años hemos conocido la Era Cibernética,
la Era del Espacio, la del ADN, y ahora estamos en la Era
del Ciberespacio. Pronto estaremos en la Era de la Biótica,
y luego probablemente en la Era de la Anti-Materia. Estas
« Eras » son como filosas hojas de fondo, cuyas apariciones
conmocionan profundamente nuestras sociedades. Sin embargo
un hecho mayor ha acaecido, sin que la mayoría de los individuos
tenga conciencia : hemos pasado de la Era de la Vida a la
Era de la Sobrevivencia » [18].
Dicho de esta manera el horizonte que se percibe se nos antoja
turbio, desdibujado. Si la surmodernité va tan rápido, qué
es lo que ha provocado tal velocidad ?
En la historia occidental, las épocas fueron concebidas como
enormes tajadas de tiempo correspondientes a « mundos », cada
uno de los cuales representa una unidad, como la Antigüedad
o la Edad Media. Hegel divide la historia universal en mundos
(oriental, griego, germánico) que son otras tantas etapas
en la historia de la Razón. Esos mundos no solamente se suceden
y progresan en el tiempo, sino que se ordenan geográficamente
de este a oeste [19]. Desde
el siglo XIX, la organización técnica del mundo constituye
el campo referencial privilegiado para describir y ordenar
las sociedades humanas. Los perfeccionamientos técnicos gobiernan
ahora la jerarquía de sociedades, que por la instalación mundial
del mismo imperativo de desarrollo, se integran en un mundo
y un tiempo únicos. La globalización es unificación de los
ritmos del mundo, todos regulados a la hora occidental, vale
decir, sobre las cronotécnicas contemporáneas (Agacinski,
2009 :13).
La Modernidad se arraigó en un proceso de aceleración del
tiempo, tendencia manifestada en una progresión espectacular
de la performance técnica y también de una acrecentada frecuencia
de las mutaciones sociales así como de un aumento del ritmo
de vida de los individuos. La modernidad designa entonces
además de todas las técnicas revolucionarias un aumento cuantitativo
por unidad de tiempo que responde a una dinámica de crecimiento
permanente. El individuo moderno está fascinado y aspirado
por la velocidad, como lo muestran las prácticas rápidas :
fast-food, speed-dating, speed-reading o la sieste éclair.
La mayor paradoja es que el progreso técnico, que debía proporcionar
más tiempo libre, va acompañado al contrario de una rarefacción
de recursos temporales, en la medida en que se exige un crecimiento
y una producción siempre más elevados, un ir de un lado a
otro cada vez más rapido, una multiplicación de los intercambios
sociales. Estamos sometidos a una carrera desenfrenada contra
el reloj, carrera indicada por la modernidad del Norte.
El Tiempo, en las promesas de la modernidad , había sido representado
como el concepto más alto capaz de hacer una síntesis que
cubriría todos los procesos de evolución, aparte de ser la
Fuente de donde surge toda creación. El tiempo individual
se imbricaría en el Todo y la flecha del tiempo de la Modernidad
nos llevaría a que los cerebros, creciendo de manera exponencial,
harían crecer el conocimiento de manera fulgurante. Y la técnica
nos conduciría a una humanidad viviendo sin preocupaciones,
con todo el confort posible. Hartmut Rosa, en su libro Accéleration
: une critique sociale du temps, nos hace notar que cuando
la modernidad puso el acento en la aceleración, la velocidad
construyó nuestra vida, en cuanto a la organización social
(calendario, jornada de trabajo, transportes) y en cuanto
a nuestras perspectivas subjetivas, sobre todo en lo que se
refiere a nuestras elecciones éticas. El tiempo representa
un punto de unión privilegiado entre estas dos dimensiones
[20]. La estructura socio-temporal
de la modernidad tardía, o de la surmodernité [21]
ha conmovido todos los campos de la experiencia humana, reconfigurando
nuestro zócalo cultural y nuestras aspiraciones. No se comprende
cómo llegamos a la metamorfosis de nuestra relación al tiempo
hasta el punto de convertirse en un factor de alienación.
La velocidad resultó ser el valor supremo. Más velocidad tenemos,
más nos falta el tiempo. Perdemos el control de nuestro destino,
no hay proyección hacia un futuro y el todo produce patologías
a muchos niveles, desde la depresión hasta la pérdida de influencia
sobre lo político. Hartmut Rosa, quien propone una sociología
de las estructuras temporales, se pregunta si sobrepasados
por la velocidad de nuestro propio movimiento no habríamos
alcanzado un punto de inmovilidad total, sinónimo del fin
de los tiempos. Y si nos referimos sólo a la etimología de
las palabras, auto-catálisis (auto-aceleración) tiene la misma
raíz que catalepsia o catatónico, la primera indicando el
gran movimiento y las otras dos significando estados que miman
la muerte. La aceleración que llama la muerte es sentida aún
más por los grupos minoritarios y más vulnerables, pues están
obligados a un destierro continuo.
La investigación de fondo de este trabajo, del cual estas
páginas son sólo un esbozo, está dirigida a establecer una
constatación de los daños causados por la surmodernité en
el cuerpo y en las representaciones, en lo imaginario, de
los llamados « pueblos originarios », los indígenas. Un representante
de la comunidad Toba de Formosa (Argentina) cuenta : “Hay
una pobreza instalada que nos viene desde el fondo de la historia.
Está la postergación de los pueblos originarios, una vertiente
que tiene una aceleración en los últimos años en la constante
expulsión de sus tierras, así la destrucción del bosque, su
hábitat natural y todo eso, hace que tengamos cada vez más
comunidades apretadas en villas miserias » [22].
En esta declaración se reúnen varios aspectos tomados en este
escrito : aceleración, vaciamiento del espacio, pobreza. Estos
pueblos son los más afectados, pues se los obliga a moverse
de un lado a otro, al ritmo del gobernante de turno y de sus
negociados. Los movimientos poblacionales se hacen cada vez
mas drásticos, violentos y rápidos. Apenas se decide la venta
de las tierras que ocupan, deben irse en masa hacia otros
parajes. Si también se venden los lugares donde encontraron
asilo, deben mudarse otra vez.
En medio de esta continua peregrinación qué resulta de las
imágenes primordiales, aquellas que vehiculizan nuestros arquetipos
de raza humana, aquellas que cantan la belleza y la generosidad
de la tierra, de las estrellas que bajan para sacralizar nuestro
espacio, de los dioses que nos trajeron el fuego, de las aguas
que esconden inumerables tesoros ? Es decir de lo Imaginario
que no sólo es promesa de comunión y de intercambio simbólico
[23], sino que también
es un « dador » de tiempo. Simplemente porque abre otras dimensiones
en donde el tiempo mítico o tiempo inmóvil, es un principio
de defensa y de conservación frente a los cambios de la historia.
Para Gilbert Durand la función fantástica es una función de
Esperanza, y la esperanza como la espera son creadoras de
tiempo (Durand, 1984 :480). Qué resulta de los cuerpos sometidos
a esta falta de lo eterno, cómo se vive en la más recóndita
intimidad la conmoción exterior ?
Los límites en el espacio-cuerpo
El « afuera » y el « adentro » forman una dialéctica de fraccionamiento
; la geometría evidente de esta dialéctica nos ciega cuando
la hacemos jugar en dominios de lo imaginario, de las imágenes.
Tiene la nitidez filosa de la dialéctica del « sí » y del
« no », que decide el Todo. Casi sin darnos cuenta nos construimos
una base de imágenes que van a regir todos los pensamientos
de lo positivo y de lo negativo. Ya habíamos mostrado, con
De Sousa Santos, como una concepción del mundo vuelve operativos
algunos conceptos, formas de mirada, ubicación en el tiempo
y en el espacio ; y como éstos tienen incidencia en las ciencas
sociales, en la economía y en la percepción de este otro que
es la Naturaleza. Si nos referimos ahora a la filosofía, diremos
que con el « adentro » y el « afuera » el filósofo piensa
el ser y el no ser. La metafísica más profunda se ve arraigada
dentro de una geometría implícita, que « espacializa » el
pensamiento y que convierte el « adentro » y el « afuera »
en una oposición formal, para cierto tipo de pensamiento,
en tanto que para otros deviene pura hostilidad [24].
La oposición formal es trabajada por el mito. Este trabajo
sordo y constante se revela un instrumento de trascendencia
que viene a resolver la oposición en un tercer elemento :
la sacralización de la tierra y del universo y su repetición
en el « adentro » ; cada cuerpo lleva en sí todas las estrellas,
la tierra-planeta, las montañas y los ríos, los animales y
los árboles.
Pierre Hadot distingue por su parte, tres modos de aproximación
de la realidad [25]. Primero
lo que se puede llamar el mundo de la percepción cotidiana,
manejado por nuestros hábitos y también por la orientación
de nuestros intereses (percibimos sólo lo que nos es útil).
A esta percepción se le opone el mundo del conocimiento cientiíico,
en el que por ejemplo, la tierra gira alrededor del sol. Si
bien la revolución coperniciana transformó el discurso teórico
de los estudiosos, no cambió en nada la experiencia vivida,
pues en la experiencia sentimos la tierra inmóvil, ya que
el hombre transporta psicológicamente siempre una relación
al suelo. A estos dos modos de percepción se le opone la percepción
estética, es decir no percibir las cosas desde el punto de
vista utilitario sino en su unidad y en su realidad. La modernidad
y la sobre modernidad vehiculizan la aproximación al « afuera
» desde los dos primeros modos de aproximación de la realidad,
en tanto que las visiones de la Tradición vehiculizan la tercera,
una aproximación estética, poética, de la Naturaleza y del
otro en general. En un mundo dominado por las dos primeras
maneras de percepción del otro y del Otro, qué es del « adentro
», de las subjetividades y de los cuerpos ? Para el pensamiento
dialéctico- hostil, sin duda el adentro está en lucha con
el afuera y este « afuera » es lo que se debe dominar. Para
el otro modo de aprehensión de lo real, aquél que ve la unicidad
en todo con una mirada poética, ¿cómo es el « adentro » en
un medio desertificado, con pozos enormes en lugar de las
montañas sagradas, con soja en vez de los árboles que los
vieron nacer, sin tierra, sin trabajo, sin ríos dónde pescar
? ¿Cómo perciben sus propios cuerpos ? Estos son los límites
que impone la globalización, cuerpos que ya no son continuidades
de un todo sagrado, cuerpos débiles, encerrados, cuerpos de
sufrimiento. Sin duda los límites se han levantado también
entre la Naturaleza de hoy y la imagen que teníamos de ella
; entre los cuerpos y las imágenes que nos acompañaron siempre.
Para Michel Maffesoli no es un mundo futuro, un mundo « nouménal
» el que forma lo imaginario colectivo, sino un mundo phénoménal,
con sus componentes sensibles y concretos, de lo que colegimos
la importancia del lugar geográfico para la constitución y
armonía de las sociedades. Si hay destrucción del espacio
exterior, nos preguntamos qué sucede con el espacio interior,
espejo del primero. Para la postmodernidad, tal la enuncia
Michel Maffesoli, el acento está puesto en lo táctil, lo que
se ve y se toca y es lo que anuncia el cambio de épistémè
[26]. Pero para la postmodernidad
del Sur, que está perdiendo sus lugares de alta magia, su
lazo, su reliance con ríos, selvas y montañas, se anuncia
una fractura, que tal vez dará lugar a una conmoción de lo
imaginario, tanto individual como colectivo.
Un Imaginario Conmovido
La idea de época esta ligada a la de mundo, así como el tiempo
es indisociable del espacio. La hipótesis de un tiempo que
sea el tiempo de este mundo, está presente cuando decimos
nosotros, en cuanto evocamos con éste sujeto plural una comunidad
de « generación ». Pero ¿cuál es el mundo ligado a ésta época
? Nos gustaría ver la cara de este mundo y delimitar su contorno.
La realidad del presente es tan difícil de encuadrar como
los contornos de un lugar para la percepción ordinaria. El
mundo tal como lo percibimos, parece hecho de movimientos
incesantes de los que sólo percibimos algunos períodos o secuencias.
La imagen en movimiento rápido- desde el cine hasta el video
y lo digital- se ha convertido en el modelo técnico de nuestra
experiencia : las imágenes pasan, como las cosas y los acontecimientos,
según un movimiento continuo. Lo fijo es la excepción, lo
móvil es la regla, y lejos de tener ninguna prelación sobre
lo móvil, lo inmóvil aparece como una simple pausa (Agacinski
: 23).
La surmodernité ha roto con lo eterno también. Contra la valorización
de lo que dura, de lo que permanece o de lo que algún día
podría terminarse, esta lógica está acabando con la premisa
platónica de la permanencia del ser. Platón decía que el ser
en cuanto tal jamás puede pasar, el ser no puede terminar
ni morir, enraizado como está en lo eterno. ¿Hay acaso una
ausencia de ser, de sentido y finalmente de valor, al haberse
cortado este arraigo a lo inmutable ? Tal vez lo que resume
la condición del ser actualmente es la palabra « desarraigo
». En este sentido la cuestión de la imagen y de lo imaginario
compromete la del ser : si el ser deja de ser eterno y si
lo pasajero adquiere dignidad ontológica, las imágenes de
eternidad se pierden favoreciendo la aparición de imágenes
de un mundo transitorio. Si bien lo imaginario siempre está
en movimiento, este imaginario contaba con imágenes de eternidad
que, una vez desaparecidas, tendrán que ser reemplazadas por
otras capaces de explicar la verdad. Lo cierto es que en este
momento no están incorporadas y grande es la desazón de un
hombre al ver que un cerro, que siempre fue sagrado, no existe
más. Qué hace lo imaginario ante estas ausencias ? ¿Cómo reacciona,
adonde irá a poner la necesidad de lo eterno ? Se traducirá
en nostalgias ?
Si establecemos junto a tantos pensadores (Durand, Roger Caillois,
Bergson, René Thom), que lo imaginario posee una base biológica,
ya que hay una interacción del medio (social, cósmico) con
los cuerpos, y que los mitos son al hombre lo que el instinto
es al animal, podemos inferir que este imaginario no es sólo
algo exterior al hombre, sino que pertenece a sus sueños y
ensueños, tanto individuales como colectivos, a sus comportamientos,
a su biología, a su propia manera de ver, sentir y percibir
el mundo. Hombre e imaginario forman un solo tejido y todo
lo que ocurre « afuera » será sentido « adentro » con las
consecuencias del caso. Forzosamente los cambios exteriores,
la destrucción del planeta, la rapidez del tiempo, la explotación
irracional de los recursos naturales, el cambio del paisaje,
tendrán una incidencia sobre el « paisaje » interior.
Para el hombre que percibe una unidad en la Naturaleza y el
Cosmos, los mitos son vividos poéticamente, como un modelo
a alcanzar, como una sublimación, como la búsqueda de un tiempo
perdido, una meta que va dibujando nuestras vidas. Los mitos
cuentan y cantan la Tierra, el sol, los elementos y sus héroes
guerreros ; los mitos son un poema, el poema de la vida. En
la fenomenología poética de Gaston Bachelard, dos conceptos
marcan la aprehensión de ese gran poema : la resonancia y
la repercusión [27]. Las
resonancias se dispersan sobre los diferentes planos de nuestra
vida y del mundo, la repercusión nos llama a una profundización
de nuestra propia existencia. En la resonancia nosotros «
oímos » el poema, en la repercusión le hablamos, lo hacemos
nuestro, lo incorporamos, en suma se produce una transformación
del ser. La multiplicidad de las resonancias se unen en el
ser de la repercusión y las exuberancias del espiritu humano
van a anclar en la profundidad del alma (Bachelard, 1989 :6).
Así a cada forma exterior poéticamente cantada, le corresponde
una forma interior poéticamente unida. Muchos autores han
hablado de montañas interiores, de desiertos interiores, de
ríos y bosques interiores, e incluso de un Egipto interior,
dando cuenta de que una misma forma puede refractarse en figuras
espaciales o figuras vitales. Michel Maffesoli dice « la forma
es formante », es decir que somos formados por las imágenes,
a nivel individual y a nivel colectivo. Lo que está en juego
es el ordenamiento de las constelaciones morfológicas, lo
que corresponde bien al ordenamiento de las sociedades o de
las micro-sociedades [28].
En este ordenamiento ¿qué sucede cuando las formas formantes
van desapareciendo ? Cuando aquellas formas, expresión de
continuidad y de eternidad, como las montañas y los mares
están alteradas, dañadas o inexistentes, cómo reemplaza el
cuerpo el paisaje interior ? ¿Como se catalogaria los nuevos
combatientes de lo ecologico ? ¿Hacia cuál límite de lo imaginario
se mueven las imágenes, hacia la nostalgia de la Edad de Oro
o hacia el consuelo de la Catástrofe final ? [29]
Tal vez el movimiento de lo imaginario se va dirigiendo hacia
los mitos de destrucción y es justamente en este sentido que
hablamos de un imaginario conmovido pues es de señalar la
gran cantidad de literatura surgida a propósito del año 2012
Maya y sus predicciones de un final inminente, literatura
que inspira tanto a poetas como a científicos. También esta
conmoción aparece en la producción acelerada de imágenes sin
imaginación y sin imaginario, entendiendo éste como un saber,
como sistema simbólico, una puesta en orden de lo real y lo
complejo, un sistema de representación que pretende restituir
un universo menos enigmático a la conciencia [30].
La cuantificación de las imágenes produce un adormecimiento
de la potencia transformadora y de la creatividad de lo imaginario.
Gilbert Durand nos dice que hay que desconfiar de éste imaginario
de « vestigios » pues rápidamente necesitará de una ética
y una estética.
Recordamos aquí a Raoul Girardet cuando señala que todo desorden,
incluso los instaurados por los medios de producción, se inscribe
en los sueños colectivos y que es por el examen de estos sueños
que una sociedad revela de manera segura, sus desórdenes y
sufrimientos [31]. Sería
un trabajo fecundo observar los nuevos mitos que van surgiendo,
ya sea que se originen en los círculos de poder o en las respuestas
imaginarias que van dando los pueblos, pues seguramente traerán
nuevas figuras que simbolicen la destrucción espacial y la
enorme fractura social actuales.
Como dijimos, nuestra preocupación en este trabajo va hacia
los pueblos originarios, los « bárbaros » con identidades
borradas, los más olvidados de un sistema que se revela por
demas caótico. Son los que no tienen posibilidades de operar
una restitución de lo imaginario por medio de la cibernética,
de computadoras, aparatos fotográficos u otros, que les permitan
no sólo ganarle tiempo al tiempo destructor y acelerado, sino
también de ganar espacio allí donde el espacio ya no existe.
Y la pregunta que nos hacemos es ¿cómo viven los vacíos reinantes
en sus cuerpos, como se hace el diálogo « adentro »- « afuera
». Una investigación de campo esta en curso y esperamos aportar
algunas conclusiones en un posterior artículo.
Conclusiones
Cuestiones delicadas de límites, de fronteras, de representación,
de cuerpos débiles, de cuerpos e identidades borradas, de
tierra y de seres en sufrimiento, de divisiones cada vez más
grandes, como ésta de Norte y Sur, de destrucción planetaria,
no pueden obedecer a un solo centro de información. En este
sentido una epistemología del Sur debe imponerse, una lectura
propia a aquellos que están abajo de la frontera fijada por
el Norte. Lo más inteligente sería reunir un colegio de sabios
para saber cómo y cuáles preguntas debemos hacernos. Sin embargo,
esto ya fue hecho, dando lugar a la Declaración de Sobrevivencia
Planetaria de Vancouver, que nunca llegará a realizarse, teniendo
en cuenta los grandes intereses que se juegan, aparte de tener
que relevar las verdaderas preguntas sobre ética y responsabilidades.
Otra de las iniciativas fue la reciente Cumbre sobre el Cambio
Climático, hecha en la ciudad de Cochabamba, Bolivia y convocada
por el presidente Evo Morales. Recordemos que la claridad
impuesta en el llamado de la convocatoria fue producto de
la claridad de objetivos de dicho país, cuya composición indígena
alcanza a algo más de un 60°/° del total de la población.
El lema de esta reunión fue : « Cambiemos el sistema, no el
clima ».
Michel Random nos dice que deberíamos acabar con la concepción
materialista de la realidad, concepción de la modernidad,
concepción entrópica en ella misma, pudiendo llegar a una
destrucción total del planeta. Solamente una concepción holística
de lo real, que asocie la parte y el Todo, expresaría una
visión conforme al sentido de la Naturaleza y de la Vida.
Esta concepción es neguentrópica porque contiene en ella las
fuentes creadoras y dinámicas de lo viviente. Debería sumársele
la asociación real-conciencia. Este real se presenta bajo
la imagen de un huevo cósmico en expansión, siendo esta figura
la imagen holográfica de nuestra conciencia. Existe pues una
relación o una ósmosis entre la conciencia de lo real y nuestra
propia conciencia, siendo consubstanciales e interactuando
una sobre la otra. Al interior de este holograma, nuestra
conciencia percibe y determina « niveles de realidad » que
van a definir la Parte y el Todo y todos los aspectos de la
Complejidad, a la vez aparente y escondida. Una visión cualitativa
de lo real asociaría el hombre a las leyes profundas de la
Naturaleza, « tal como la rama está ligada al árbol ». Lo
que nos envía a una cuestión personal y colectiva, aquella
de la conciencia y sus responsabilidades [32].
Ponemos en relación con estos propósitos la perspectiva holística
propugnada por Michel Maffesoli, resumida en la propuesta
sobre el « formismo » o emplazamiento de grandes estructuras.
El formismo y la forma- dice el sociólogo- dejan abierta la
posibilidad de potencialidades que pueden o no realizarse.
Sin embargo, ante la categoría de la universalidad global,
que surge de los propósitos loables de estos dos pensadores
europeos, habría que agregarle otra categoría, aquella de
la universalidad situada (Mario Casalla) que conciba lo ecuménico
como « resultado » y no como punto de partida [33].
Sería necesario preguntarse entonces de qué lado estamos,
primero geográficamente hablando, pues una sociología o una
filosofía del Sur, nunca serán las mismas que las del Norte,
por una sola razón, las realidades son esencialmente diferentes,
por ende también los tipos de conocimiento. Este aspecto nos
coloca a nosotros, sureños, en otra perspectiva teórica pues
se deben afrontar miles y una maneras de dominación, con mil
maneras de resistencia, obligándonos a replantearnos los parámetros
de todo conocimiento y de toda representación. No puede haber
un principio único que nos permita una sola lectura, sino
como dice De Sousa Santos, más bien habrá que elaborar, inventar
una forma de conocimiento o teoría de la traducción capaz
de hacer inteligibles las diferentes luchas [34].
Este pensador nos dice que hay que hacer una distinción entre
las teorías de la postmodernidad, el postmodernismo celebratorio
y el postmodernismo de oposición. El primero, centrándose
en la desconstrucción y en la exaltación de la contingencia,
abandona la tarea de pensar alternativas a lo que se critica.
El de oposición toma la crítica a la modernidad como punto
de partida para la construcción de alternativas epistemológicas
y políticas. Pero aún estamos en un momento en donde no se
han ideado soluciones, ni de un lado ni del otro, encontrándonos
en un punto de transición, donde hay una disyunción entre
los problemas de la modernidad y las posibles soluciones de
la postmodernidad. Esa disyunción debe ser tomada como punto
de partida para afrontar los desafíos derivados del intento
de construir una teoria crítica postmoderna. De Sousa Santos
propone inventar un conocimiento de emancipación [35].
Una forma de conocimiento y de reconocimiento, de reconocimiento
del otro como sujeto y no como objeto, un conocimiento de
solidaridad. Constatamos nosotros que esta premisa está incluida
en la subversión epistemológica planteada por la Teoría de
lo Imaginario (Bachelard, Durand, Wunenburger, Maffesoli).
Lo que resulta pertinente de De Sousa Santos es que ve la
teoría crítica postmoderna como el intento de reconstruir
el concepto y la práctica de la transformación social emancipatoria,
en donde se exploren formas específicas de socialización,
de educación, de trabajo, que promueven la generación de subjetividades
rebeldes o por el contrario, conformistas [36].
Michel Maffesoli adelantaba ya que hay que saber unir el «
formismo » o grandes cuadros de análisis con la descripción
empática de situaciones concretas [37].
Por el momento sólo podemos constatar el cambio espacio-temporal
y la conmoción sufrida en los imaginarios, producto de la
hiperglobalización y de las nuevas divisiones del planeta
Tierra. Una pequeña conclusión nos permite nombrar el deterioro
de los cuerpos, sujetos a innumerables enfermedades nuevas
o al concurso de varias enfermedades mortales conocidas. Los
Tobas, Wichis y Guaraníes argentinos, de las provincias del
Chaco, Formosa y Salta sufren de varias enfermedades juntas,
mal de Chagas, tuberculosis, lepra, desnutrición. Situación
que no es muy diferente de los « sur » en todo el globo. Esperemos
pues que la humanidad sepa dar una solución de fondo dentro
de un marco teórico que implemente un conocimiento de emancipación
incluyendo una categoría de lo universal situado ; y sobre
todo que podamos luchar contra las megamáquinas del poder
económico.
Notas
1] Gilbert Durand. Les Structures
Anthropologiques de l’Imaginaire. Introduction à l’archétypologie
générale. Bordas. Paris. 1984. p. 461.
2] Gilbert Durand. Structures-
Eranos I. Ed. La Table Ronde. Paris. 2003. p. 119.
3] Arturo Andrés Roig. «
Pensar la mundializacion desde el Sur ». Consultado en internet.
Archivo PDF. « arturo andrés roig » buscador Google.
4] Extraído del poema de
Neruda « Oda a La Cruz del Sur ».
5] Gilbert Durand explica
la viscosidad como lo adhesivo de una representación nocturna
(estructuras místicas del Régimen Nocturno de imágenes) que
se manifiesta en diferentes dominios ; social, afectivo, perceptivo,
representativo. Es lo contrario de la separación o spaltung,
estructura del Régimen Diurno, propia a la Modernidad occidental.
Les Structures Anthropologiques de l’Imaginaire. Op. Cit.
pp. 310-311.
6] La guerra de Las Malvinas
fue inciada el 2 de abril de 1982, por un gobierno militar
argentino en decadencia, que pretendió inyectar un componente
simbólico a un pueblo desengañado, para recuperar credibilidad.
Más allá de estas circunstancias, la Argentina reclama desde
el año 1882 la soberanía de estas islas, que siendo argentinas,
fueron tomadas de fuerza por una invasión inglesa, tratando
de saciar su gran apetito imperialista. Cómo se puede pretender
tener parte de un reino a más de 20.000 km de distancia de
ese reino ? Este es el principal argumento blandido por la
Argentina. La discusión está siendo reavivada por el descubrimiento
de grandes reservas petrolíferas en dichas islas, la Argentina
imponiendo una restricción de tráfico marítimo ya que las
Islas están en aguas territoriales argentinas.
7] Serge Gruzinski habla
del comienzo de la mundialización ya en los momentos de la
gran expansión europea. Les Quatre Parties du Monde. Histoire
d’une mondialisation. Ed.de la Martinière. Paris. 2004.
8] Miguel Rojas Mix. América
Imaginaria. Editorial Lumen. Palabra Imaginaria I. Barcelona.
1992. p.10.
9] Georges Gusdorf. Mythe
et Métaphysique. Introduction à la philosophie. Champs Flammarion.
Paris. 1984. p. 58.
10] Andrés Arturo Roig,
el filósofo argentino, nos dice que no se debe decir que en
A. Latina « no se hace filosofía », pues eso falta a la verdad.
Nuestra manera de hacer filosofía –afirma-- es desde un ángulo
mucho más presente y pragmático.
11] Boaventura de Sousa
Santos. Una Epistemología del Sur. La reinvención del conocimiento
y la emancipación social. Clacso-Siglo XXI. México. 2009.
pp. 65-97.
12] Citado en Ibidem.
13] Andrews, 1998 :35, citado
en Ibidem.
14] José Sanchez Parga «
Comment le nouvel ordre global insécuritaire se manifeste-t’il
en Amérique Latine ? eadi.org/gc2005/confweb/papersps/Jose_Sanchez
Parga.pdf.
15] Gilman, 1978 : 31, citado
por De Sousa Santos in Ibidem.
16] Expresión que siempre
utiliza el sociólogo Michel Maffesoli en sus conferencias
y libros.
17] Michel Maffesoli. «
La barbarie à visage humain : les tribus postmodernes ». in
Les Cahiers Européens de l’Imaginaire : La Barbarie. CNRS
Editions. Janvier 2009. pp. 11-16.
18] Michel Random. « La
mutation du futur, la conscience et les niveaux de réalité
». In Un Chemin Commun vers l’Avenir. Colloque de Tokyo. Rapport
Final UNESCO/UNU. p. 57.
19] Sylviane Agacinski.
El Pasaje. Tiempo, modernidad y nostalgia. Ed. La Marca. Buenos
Aires. 2009. p.11.
20] Jérémie Grojnowski.
Resumen del libro de Hartmut Rosa. Accéleration : une critique
sociale du temps. Ed. La Découverte. Paris. 2010. 474 p.
21] Serge Latouche usa esta
palabra en su obra Décoloniser l’Imaginaire. La pensée créative
contre l’économie de l’absurde. Ed. Parangon. Paris, 2003.
177 p.
22] Prensa Tupac Amaru.
Despacho semanal N° 53, 13 de julio de 2010.
23] Michel Maffesoli. Essais
sur la Violence Banale et Fondatrice.CNRS Editions. Paris,
2009. p. 110.
24] Gaston Bachelard. La
Poétique de l’Espace. Quadrige PUF. Paris, 1989. pp. 191-192.
25] Pierre Hadot. Le Voile
d’Isis. Essai sur l’histoire de l’idée de Nature. NRF Gallimard.
Paris, 2004. pp. 119-120.
26] Michel Maffesoli. Notes
sur la Postmodernité. Le lieu fait lien. Editions du Félin/
Institut du Monde Arabe. Paris, 2003. pp. 62-63.
27] Gaston Bachelard. La
Poétique de l’Espace. Quadrige PUF. Paris, 1989. P. 6.
28] Michel Maffesoli. «
Le Formisme comme raison sensible ». In Les Figures de la
Forme. Sous la Dir. De Jean Gayon et de Jean-Jacques Wunenburger.
Ed. l’Harmattan. Col. Conversciences. Paris. 1992. p. 118.
29] Georges Gusdorf. Mythe
et Métaphysique. Introduction à la philosophie. Flammarion.
Paris, 1984. p. 18.
30] Patrick Tacussel. «
Imaginaire et esthétique sociale : proximité épistemologique
». In Les Figures de la Forme. Op. Cit. p. 123.
31] Raoul Girardet. Mythes
et Myhtologies Politiques. Ed. Du Seuil. Paris. 1986. Contratapa.
32] Michel Random. « La
mutation du futur, la conscience et les niveaux de réalité
». In Un Chemin Commun vers l’Avenir. Colloque de Tokyo. Op.
Cit. p. 58.
33] Mario Casalla. « La
construcción de un nuevo « imaginario » latinoamericano en
la era global ». Fichier PDF. p. 87. www.taciturno/spip.php?auteur27.
34] Boaventura de Sousa
Santos. « Por qué se ha vuelto tan difícil construir una teoría
crítica ? Entrevista. En Taciturno / Imaginarios.
www.taciturno/spip.php?auteurs.
35] Ibidem. p. 7.
36] Ibidem. p. 9.
37] Michel Maffesoli. Eloge
de la Raison Sensible. Grasset & Fasquelle. Paris. 1996. pp.
265-266.
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