El (Los) sur : campos de lo imaginario. Mi Norte es el Sur
Le(s) Sud(s) : champs de l'imaginaire.
Le Sud c'est notre Nord
Mabel Franzone, Alejandro Ruidrejo (dir.)
M@gm@ vol.8 n.3 Septembre-Décembre 2010
DIVERSIDAD E IDENTIDAD: EL PAISAJE FOTOGRÁFICO EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO DE AMÉRICA LATINA
Andrea Elías
andreaelias@yahoo.com
Licenciada en Arte -Universidad
Nacional de Tucumán, Profesora Univ. Católica de Salta Curadora
Museo de Bellas Artes de Salta, Ministerio de Turismo y Cultura
de Salta.
"El multiculturalismo
no refleja la complejidad de la situación a la que me enfrento
diariamente. Dentro de los mismos grupos étnicos, existen
luchas de poder con respecto a lo que se dice, quien lo dice,
y quien representa a quien. ¿Qué es una comunidad? ¿Qué es
una comunidad negra? ¿Qué es una comunidad latina? Para mí
es un problema clasificar todo eso rígida y monolíticamente.
Mi obra tiene mucho que ver con la fluidez, con un movimiento
oscilante, ajena a la reivindicación de una manera de ser
específica o esencial" (Green R., 1993)
Arte y Paisaje
El género paisaje nos remite a la relación Arte - Naturaleza,
y es posible encontrar en él la concepción particular del
mundo en cada cultura. Y es que la construcción de este género
está siempre en relación, por un lado, con el vínculo Naturaleza
- Cultura en un momento histórico determinado, y por otro,
con los intereses artísticos particulares del artista en relación
con él. Entonces el paisaje es una construcción intelectual
y sensible que nos refleja como individuo y como sociedad,
esto quiere decir que es consecuencia de una percepción de
la naturaleza que involucra códigos culturales específicos
de nuestra contemporaneidad.
Desde una mirada general se advierte el modo diferente de
concebir el paisaje en la tradición oriental y occidental.
Las artes del lejano oriente, presuponen una actitud espiritual
que en su forma más elevada es característica del budismo.
Es a través de la India que el Budismo entra en China y acentúa
el carácter de meditación de la pintura, más tarde lo hará
en Japón. El paisaje es el género por excelencia. En China
la expresión montaña - agua significa por extensión el paisaje,
y la pintura paisajística se denomina pintura de montaña -
agua. La montaña y el agua constituyen para los chinos, los
dos polos de la naturaleza y están cargados de profunda significación.
Los chinos suelen establecer correspondencias entre las virtudes
de las cosas de la naturaleza y las virtudes humanas. François
Cheng nos advierte en su texto "Montaña agua" (Cheng, F. 1995),
que esto no se trata de un simple simbolismo naturalista,
sino que es a través de estas correspondencias que el hombre
invierte la perspectiva interiorizando el mundo exterior.
Entonces pintar un paisaje es retratar al hombre, al espíritu
del hombre.
En la tradición europea occidental el paisaje aparece tímidamente
a partir del Renacimiento. El surgimiento del pensamiento
humanista y el redescubrimiento del arte y el pensamiento
de la antigüedad grecorromana cristalizan en un cambio de
la visión de la naturaleza del Hombre. El deseo de conocer
esa realidad sensible que lo rodea, lo lleva a ver y entender
el paisaje. Las noticias de territorios lejanos descubiertos
en viajes de exploración y conquista amplían la visión de
una geografía acotada. El arte europeo occidental comienza
a definirse sobre la base de las características del arte
renacentista, y este proceso se irá afianzando y modificando
en el transcurso de los siglos posteriores.
Fotografía y paisaje
El despegue tecnológico acaecido a partir de la Revolución
Industrial modifica la visión del hombre de la naturaleza.
La técnica se convierte, con el proyecto moderno, en un instrumento
de dominación. En este sentido podría decirse que la aparición
de la Fotografía tiene mucho que ver con la necesidad de mostrar
lo que el hombre hizo en su afán por controlar la naturaleza.
La fotografía de paisajes agrestes, de lugares lejanos, de
tierras salvajes, inseguras, reafirman por comparación el
bienestar de la vida burguesa y acentúa la idea de progreso
y civilización.
Por otro lado, la Fotografía estuvo asociada desde sus orígenes
con una función de registro, el registro de la realidad y
no es casual que en sus comienzos haya estado ligada al paisaje.
Jean François Chevrier haciendo alusión a las primeras vistas
de Fox Talbot dice "La piedra, las hojas, las materias más
sutiles, debían formar, mediante una suerte de alquimia, la
materia misma de la impresión fotográfica, a través de una
especie de transferencia de las cualidades naturales en cualidades
artísticas" (François, J., 1984). Esta forma original de concebir
el medio fotográfico, que aparece en la génesis misma de éste,
se extiende en el tiempo y se mantiene en cierto modo aún
en la actualidad.
Pero, luego de más de un siglo de servir a los intereses de
la veracidad, el documento, y tantas otras formas de registro,
los ordenadores y las prácticas digitales vienen a mostrar
lo que desde un principio fue inherente a la Fotografía. La
tecnología puso en evidencia la fragilidad del recurso fotográfico
con relación a la pretensión de ser representación fiel de
la realidad. La manipulación digital de imágenes al alcance
no sólo de especialistas sino también de amateurs, nos hace
reflexionar y reposicionarnos en cuestiones relacionadas a
la función de las imágenes y su circulación, como así también
a lo que durante años se consideró como función intrínseca
de las prácticas fotográficas: la objetividad de la mirada.
No obstante estar advertidos sobre esta traición del medio
fotográfico existe todavía algo en él que hace que tanto en
el orden de lo cotidiano como en las prácticas artísticas,
sigamos concediéndole ciertas cualidades en relación con su
pseudo - naturaleza objetiva. Lo que define la Fotografía
no es tanto como la hacemos o con que la hacemos, que si la
luz y que si el lente, sino que es una Fotografía lo que causa
una reacción determinada en el público, la de concederle esa
sensación de verosimilitud que no se discute. […] Lo que la
caracteriza no es nada intrínseco a su propio lenguaje […]
sino precisamente un atributo social y cultural, es decir,
algo impreso histórica e ideológicamente (Fontcuberta, J.,
2001). Es este aspecto de la fotografía el que resulta seductor
al articular Fotografía - Paisaje, ya que esta articulación
evidencia la intención de transformación o revelación de la
realidad. Y esto tiene que ver tanto con el medio fotográfico,
sus características y atributos antes mencionados, como así
también con el carácter de aquí y ahora que asume el género
paisaje.
A través de la historia del arte los artistas han elaborado
este género en la pintura, pero al hacerlo con el medio fotográfico
aparecen nuevas posibilidades no solo formales sino discursivas.
En la Europa de las vanguardias algunos artistas plásticos
habían transitado ya por el campo de la fotografía, como es
el caso de Alexander Rodtchenko o László Moholy-Nagy, pero
la irrupción definitiva se produjo a fines de los años cincuenta
y principios de la década de los sesenta. Las imágenes de
la publicidad, los medios masivos de comunicación y la gran
ciudad despertaron el interés de artistas como Andy Warhol
y Robert Rauschenberg, y la fotografía pasó a ser un componente
de su producción artística, una prolongación natural de su
arte.
Fotografía, paisaje y arte latinoamericano
Tratar de definir un arte latinoamericano es un empresa difícil
y escurridiza. ¿A que manifestaciones corresponden estos términos?
¿Al arte prehispánico, al arte colonial producido en las escuelas
y las misiones jesuíticas, al arte del siglo XIX que acompaña
a la formación de los estados nacionales, a las expresiones
contemporáneas ligadas a la cultura europea occidental, al
arte popular de ciertas comunidades americanas? Pero como
dice Juan Acha no existe un arte de naturaleza latinoamericana,
en el sentido europeo de identidad o uniformidad, sino que
lo decisivo está en que transforme e invente nuestra realidad"
(Acha, J., 1991). El arte en Latinoamérica ha sido dependiente,
desde la colonización, del arte europeo occidental. Primero
por imposición, luego por adopción y finalmente por elección
se han sucedido una serie de manifestaciones artísticas que
copiaban tardíamente modelos europeos, cuando mucho, se asimilaban
y adecuaban a nuestra realidad. Es cierto que hubo proyectos
políticos y culturales interesantes como propuestas regionales,
pero fueron truncados por políticas dependientes de mercados
europeos.
Por otro lado el proyecto de la modernidad europea y la consiguiente
crisis de ésta, que se ha acordado en llamar posmodernidad,
o lo que algunos autores como Michel Maffesoli llama un nuevo
tipo de sensibilidad cultural, no se dio en Latinoamérica
con las características que presenta Europa y Estados Unidos.
Por ejemplo existen una variedad de artistas de orígenes culturales
latinos que revisitan, se apropian y subvierten diversos manifestaciones
artísticas ligadas en gran medida al Conceptualismo y al Minimalismo.
Por lo tanto, el conceptualismo europeo o estadounidense se
vacía de su ideología estética que lo sustenta para ser reutilizado
en un contexto diferente, bajo intereses también diferentes.
Ya a finales de la década de 1960 algunos artistas argentinos
desarrollaron su obra con un Conceptualismo que no renunciaba
a la materialidad de la obra, ni al significado, ni a los
contenidos. Es el caso de Vicente Marotta, del grupo Cayc,
el cual en su obra "For Export" abordaba problemáticas como
la desigualdad del mundo contemporáneo, el hambre, la desnutrición
como carencia de unos y culpabilidad de otros, en síntesis,
cuestiones relacionadas intrínsecamente con el contexto latinoamericano.
Los últimos años se han visto marcados por la idea de globalización
y multiculturalismo, pero como dice Gerardo Mosquera en el
caso del lenguaje internacional del arte se muestra más una
construcción hegemónica de lo global que una verdadera globalización,
entendida como participación generalizada (Mosquera, G., 2001).
Esto es, en muchos casos, porque se incorpora la diferencia
y la alteridad al mainstream sin modificar las relaciones
de poder y las ideologías estéticas. En este marco muchos
artistas latinoamericanos trabajan con una actitud crítica
hacia las políticas de identidad propuestas por los sistemas
hegemónicos, como una manera de encontrar un lugar propio
frente a la actividad artística internacional, es el caso
de Felix González Torres, Coco Fusco o Daniel Joseph Martinez.
Como señalamos con anterioridad, el paisaje fotográfico implica
la relación Arte y Naturaleza, y por consiguiente, Naturaleza
y Cultura. Muchos artistas a partir de la década del 60 han
abordado, a través del paisaje fotográfico, problemáticas
relacionadas con las políticas de identidad, la colonización
y el neocolonialismo, la globalización y el multiculturalismo
en América Latina. Los lugares de frontera son sitios que
han generado interés para los artistas, y esto es en gran
medida, porque en ellos los choques culturales se potencian
y hacen evidentes. Un lugar de frontera representativo es
Nuevo México (frontera entre México y Estados Unidos), ya
que en él se encuentran dos polos culturales importantes.
Artistas como Delilah Montoya, Meridel Rubenstein, Miguel
Gandert, entre otros, actualmente trabajan la imagen fotográfica,
con una recurrente tratamiento del paisaje como parte de sus
intereses en torno a la pregunta por la identidad.
Joan Myers ( Iowa, 1944) ha realizado su obra fotográfica
también en Nuevo México. Su serie de fotografías más conocida
es una suerte de relevamiento sobre los campos de concentración
en los cuales fueron recluídos 100 mil norteamericanos de
origen japonés que, durante la segunda guerra mundial, fueron
hacinados como enemigos potenciales del gobierno de los Estados
Unidos (https://www.joanmyers.com/Whis.htm). La obra de Myers
nos habla, según las palabras de Osvaldo Sanchez, de los pliegues
que la historia esconde en la geografía, y entrelaza las polémicas
sobre cultura, identidad, multiculturalismo y derecho ciudadano
(Sanchez, O., 1995).
En otra región geográfica, las fotografías del artista argentino
res (Raúl E. Stolkiner, 1957), constituyen más bien una investigación
fotográfica. Su serie: "Necah: retorno al desierto" parte
del trabajo documental del fotógrafo Antonio Pozzo (1829 -
1910), quien participó entre 1876 y 1879 en la Campaña al
Desierto llevada a cabo por el general Julio A. Roca con el
propósito de avanzar sobre los territorios indígenas. Res
recorre un siglo después los mismos lugares redocumentándolos.
En cada fotografía el artista coloca una letra en primer plano,
fuera de foco, que interfiere con el paisaje de fondo. Cuando
las fotografías se aprecian en conjunto puede leerse la frase:
No entregar Carhué al huinca (blanco). El paisaje adquiere
aquí una intención política que alude al genocidio llevado
a cabo en los territorios del sur de Argentina en nombre de
la civilización y el progreso, bases sobre la que se construyó
el estado nacional. Evidencia también la transformación de
la naturaleza debido a esta misma causa, y se convierte, en
este sentido en la metáfora de los opuestos civilización -
barbarie presentes a lo largo de nuestra historia como nuevo
país.
( https://www.resh.com.ar/necah/mapa2.htm)
Otro artista argentino Esteban Pastorino (Buenos Aires, 1972)
trabaja con fotografías panorámicas de pueblos de la llanura
pampeana argentina, estas imágenes plantean la relación espacio
- tiempo, siendo el primero una función del segundo. La descripción
del tiempo, el de la monotonía del paisaje rural, está dado
por el ritmo constante de las casas que se presentan lado
a lado en estas fotografías. La cámara utilizada es una invención
del artista y cuenta con un dispositivo de arrastre de película
en su interior. El movimiento de arrastre de la película coordinado
con el movimiento lineal del automóvil que se desplaza frente
a la línea de fachadas determina un tipo de paisaje que no
podría ser percibido sin la ayuda de la cámara.
El artista establece entonces relaciones formales y temporales
con el paisaje rural. El formato extrapanorámico de sus fotografías
está relacionado con la experiencia de la llanura pampeana,
con su extensión de apariencia ilimitada. Pero es la experiencia
íntima del tiempo el factor determinante de estas imágenes,
una distorsión de la percepción temporal asociada a estos
paisajes asociada al medio fotográfico. Entonces Pastorino
incorpora la percepción íntima del tiempo en el tiempo fotográfico
a través de un mecanismo óptico que ciega el horizonte, anula
la perspectiva, y transforma el punto en una línea de toma.
(Pastorino, E. Comunicación personal). Es la percepción de
un tiempo que transcurre de forma dilatada, como si las horas
del día se expandieran en contraposición a los tiempos de
la ciudad. A la percepción particular del tiempo asociada
al medio fotográfico se suma otra situación, esto es, una
forma particular de observar y concebir una imagen asociada
a una experiencia en movimiento. Estas fotografías ligadas
a una situación de viaje proponen una nueva forma de percibir
la naturaleza y construir el paisaje.
(https://www.estebanpastorinodiaz.com/pastorinopueblosrurales.htm)
Ignacio Iasparra (Buenos Aires, 1973) elige, al igual que
Pastorino, la llanura pampeana. Sus fotografías están tomadas
durante la noche. El artista utiliza la capacidad acumulativa
de la luz que permite la fotografía, invierte el carácter
de la iluminación o aprovecha la artificialidad de la noche
para lograr un tipo de paisaje ambiguo que plantea dudas sobre
el carácter de la imagen. Los tiempos largos de exposición
que proporciona el medio fotográfico le permite al artista
plasmar una suma de instantes que se registran en la fotografía,
como así también, abordar la tensión psicológica de dicho
espacio. Pareciera entonces que el ritmo de la llanura pampeana
se sumerge en la imagen (Iasparra I. Comunicación personal).
El cuestionamiento y transformación de la realidad generan
en estas fotografías una artificialización de lo real con
el objeto de que esto se transforme en su propia metáfora.
(https://www.arteamundo.com/iasparra/iasparrapaisajes.htm)
En otra línea de trabajo Sub, cooperativa de fotógrafos surge
a fines del 2004, y podríamos decir que en estrecha relación
con la crisis de 2001 en Argentina. Según ellos mismos se
definen, constituyen un grupo de gente que trabaja unida en
proyectos colectivos e individuales; profesionales que comparten
contactos; amigos que se reúnen en una oficina en el centro
de Buenos Aires para hacer de Sub algo más que todo eso junto.
Buscan las formas de combinar el compromiso y el trabajo,
la inquietud artística y la e?ciencia. Este grupo trabajan
bajo la forma de foto reportaje. Los temas no son una excusa
para “lo fotográfico” sino más bien la inquietud principal.
Desde lo poético informan o dan cuenta de aquello que se nos
pasa inadvertido cotidianamente: lo marginado, lo rechazado,
lo transgredido o amenazado por el olvido. Pero sus imágenes
están dotadas de una potencia aún mayor, la belleza y el erotismo
que habita incluso dentro de pozos ciegos o frente a secas
hectáreas de sembradíos de soja (Garín Guzman,L. et al, 2009).
Reportajes como “Mapuche”, “Gente de la tierra”, “Soja en
Paraguay: los rodeados”, “La revolución cotidiana”, “Viaje
a las yungas argentinas”, despliegan un interés por el registro
de realidades marginales en donde la documentación del paisaje
es parte constitutiva de ella como así también soporte simbólico
de identidad. Esta identidad se presenta en el trabajo de
esta cooperativa como diversa, ya que la fotografía no da
cuenta de un problemática única, o de una necesidad de homogeneizar
lo marginal, sino que recorre geografías diversas, comunidades
con intereses y conflictos dispares. (www.sub.coop)
Hacia una subjetividad excéntrica
La articulación fotografía - paisaje les ha permitido a estos
artistas latinoamericanos desarrollar, en menor o mayor medida,
un discurso relacionado con la problemática histórica, política,
social o cultural de sus comunidades. Gran parte de ellos
entienden su práctica como una alternancia de situaciones
y confrontaciones que construyen una subjetividad excéntrica,
subjetividad que no responde a un centro simbólico inalterable
alrededor del cual gravita, asociado generalmente a la idea
de una identidad homogénea sino que construye, reinventa,
reformula, centros posibles, móviles, incompletos, eventuales
pero también dinámicos, generativos, proyectivos. El sentido
de pertenencia entonces no adquiere un carácter restrictivo
y se constituye más bien como rasgo de persistencia, de constancia
e insistencia en ciertas problemáticas e intereses compartidos
que son elaborados en el mutable terreno de las subjetividades.
Esta nueva forma de estar y construir la identidad conlleva
también una redefinición de la relación con el contexto. En
una geografía dura en la cual coexisten estratos de temporalidades,
que se encuentran a veces y se expulsan otras, aparece la
configuración de una geografía subjetiva. Podríamos decir
que estos artistas construyen una geografía nómada, por lo
tanto dinámica, elástica, en constante formación y mutación,
eventual a veces para ellos mismos. Geografía que no necesita
ser definida a priori, porque entonces ya no es. Esta geografía
nómada les permite a estos artistas permanecer en ella mas
allá del contexto físico y les otorga cierto rasgo característico
de movilidad.
Podríamos decir que se produce el descentramiento de un centro
simbólico único que es coincidente con lo que acontece a partir
de finales de los años 60 con la irrupción de lo algunos autores
llaman postmodernidad. Una nueva sensibilidad cultural, como
ya señalamos que produce una revitalización de lo imaginario.
Imaginario entendido como […] el conjunto de imágenes mentales
y visuales, organizadas entre ellas por la narración mítica
(el sermo mythicus), por la cual un individuo, una sociedad,
de hecho la humanidad entera, organiza y expresa simbólicamente
sus valores existenciales y su interpretación del mundo frente
a los desafíos impuestos por el tiempo y la muerte. (Durand,
G., 2004). Esto es aplicable al tema planteado en este trabajo
pero podríamos acotar que este descentramiento de una matriz
de significados única, este resurgir de lo imaginario, responde
en Latinoamérica más a una apelación a lo mítico e irracional
ligada a una tradición marcada por la pluralidad y el mestizaje
que a una necesidad de desmontar mecanismos de un racionalismo
exagerado que nunca padecimos (Escobar, T., 1991).
La fotografía, y más aún el paisaje fotográfico ha sido un
medio expresivo eficaz para los artistas mencionados, por
esta carga implícita que lleva en sí misma la fotografía de
paisaje: la representación del aquí y ahora, y porque articula
un discurso que incluye el binomio Naturaleza – Cultura, con
todas sus implicancias. Pero estos artistas también utilizan
el medio fotográfico y el género paisaje para posicionarse
de manera crítica ante conceptos predefinidos de identidad.
Lo interesante, en todo caso, es que estos artistas citados
en este trabajo están inmersos en la realidad latinoamericana,
son conscientes de la coyuntura histórica actual, evalúan
y resignifican sistemas simbólicos, saliendo así a nuevas
subjetividades, construyendo su propio imaginario social.
En un momento histórico de desconfianza respecto a todo horizonte
de futuro, la efervescencia de lo imaginario permite doblarnos
en lo real, es decir recrear de otro modo la existencia (Carretero
Pasín, A., 2003).
Bibliografía
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ediciones del Sol, Buenos Aires, Argentina.
Carretero Pasín, A.E., 2003, “Postmodernidad e imaginario.
Una aproximación téorica”, Foro interno: anuario de teoría
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Cheng, F., 1995, "Montaña y agua" en Luna Córnea, número 6,
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Durand, G., 2004, “Las estructuras antropológicas del imaginario.
Introducción a la arquetipología general”, Madrid.
Escobar, T. et al, 1991, "Hacia una teoría americana del arte",
ediciones del Sol, Buenos Aires, Argentina.
François, J., 1984, "La photographie dans la culture de paysage.."
en Paysages photographies. La Mission photographique de la
DATAR. París, Francia.
Fontcuberta, J. 2001, "Joan Fontcuberta habla con Cristina
Zelich", La Fabrica y Fundación Telefónica, Madrid.
Garín Guzmán, L. y Zukerfeld, F., 2009, “Reciprocidad”, en
catálogo de la exposición Reciprocidad, CCEBA, Buenos Aires.
Green, R., 1993, Bienal, Whitney Museum of American Art, Nueva
York.
Iasparra, I. Comunicación personal con el artista.
Mosquera, G., 2001, "Notas sobre globalización, arte y diferencia
cultural" en Zonas de silencio, editado por la Rijksakademie
Van Beeldende Kunsten, Amsterdan)
Pastorino, E. Comunicación personal con el artista
Sanchez, O., 1995, "Lejos de la geografía, después de la historia"
en Luna Córnea, número 7, Centro de la imagen, CNCA, México
D.F.
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